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Despiertan los colores.

Arriesgados Lectores...

27 junio 2012

TÓXICOS

   Cada vez más a menudo colisiono con individuos que por una extraña razón derrochan  la mayor parte de su estepario tiempo rumiando en como asediar y derribar a los demás.
   Si te paras a pensar un segundo  seguro que hoy te has topado con alguno de ellos, les has visto, oído o sufrido. Esta tropa fastidiosa  anda suelta a la caza y captura con un claro objetivo,  JODER.
   Pero juntos podemos ganarle la batalla a ese CRITICÓN que posee el manual de la verdad absoluta, el resto estamos equivocados y actúa malévolamente para hacerse valer.
    ¡Huye, el PROBLEMÁTICO!, ése que crea polémica por todo, no escucha y cree que alzando la voz su razón será aún más verdadera.
   ¡Ños, el EGOCÉNTRICO!,  le encanta que le dores la píldora continuamente y solo sabe hablar de sí mismo.
   ¡Horror, el PARANOICO! , viene de fábrica con un manual de sucesos, te amarga la vida y es como un aspersor salpicando miedos y recelos. Nunca le digas que te vas de viaje porque te desgranará una a una todas las desgracias posibles.
   ¡Uf, el CHULO! ,te escupe en la cara lo bueno que es en todo y lo que él tiene es lo más, no te dejes arrastrar porque entrarás en una competición superflua que te llevará a la insatisfacción, la  misma que él sufre, ¡agotador!.
   ¡Tiembla, el ENVIDIOSO! , no reconoce un mérito ajeno  sin ponerle algún “pero”  ni aunque le maten.
   ¡Horror, el MONOLOGISTA! , te pregunta cómo  estás y sin darte tregua comienza a relatarte su insulsa vida como una ametralladora  humana.
   ¡Puf! , el que se cree el ombligo del humor y resulta aburrido, pesado y patético. Ya decía mi abuela que más vale caer en gracia que ser gracioso.
   ¡Que rebota, el PELOTA! parece amable y simpático pero manipula hasta  su sombra con tal de obtener algún beneficio personal. Ni te cuento de los agresivos y autoritarios que solo disfrutan insultando y atemorizando y ¡qué me dices del arrogante!,  que pretende hacerte  sentir como un ser estúpido e inferior.
   ¡Aggghhhhh!  Sacúdete tanta energía negativa, no pierdas tiempo con esta gente que no  aporta nada y con paso garboso dirígete hacia esos tantos  otros que te alegran y demuestran en cada gesto que pertenecen al grupo de las buenas personas, pero…
                                              ¡OJO! Cuídalas, escasean.

Glosagon.

19 junio 2012

Corazones de cartulina

   Cuando mi corazón estaba a punto de licenciarse en desengaño y dolor llegó hasta mis manos aquel libro cuyo título describía fielmente mi estado de ánimo. Ese proceso emocional que surge tras una ruptura sentimental, un coctel de duelo y espesura mental que no se presenta de manera ordenada sino  que se solapan y entremezclan.
¡Cómo me gustaría tener una memoria de teflón para que no se me pegaran los recuerdos!
   ¡Qué curioso! El destino de aquel libro era también el olvido o peor aún, la destrucción. Quedó despreciado junto a otros dos más del mismo autor, de la elección familiar tras la muerte del abuelo y  el desmantelamiento de su abigarrada biblioteca.
   Quise conocer al autor, puse su nombre en el buscador y su retrato de serio rostro me abrió la puerta virtual  a una de esas páginas en las que desnudan y exhiben tu vida sin pudor y donde millones de ojos pueden leer y saber cosas de uno, más que uno mismo. Con sorpresa descubrí que en dos días tendría una firma de libros en una pequeña librería del centro, supongo que es el precio a pagar por no ser un escritor de esos denominados mediáticos.
   Allí me plante con mis tres libros viejos y heredados y con la impaciencia de una adolescente. Desde mí puesto en la cola le pude observar y darme cuenta de que la foto de la página web no estaba actualizada o habían usado el fotoshop  masivamente, aun así, aquel hombre que estaba agotando su proceso de maduración, llevaba tallado en su rostro  surcos extremadamente significativos.
   Firmaba como un autómata, casi sin levantar la mirada. Cuando llegué a la mesa y deslice mis libros encabezados por los Corazones de Cartulina, su mano quedó suspendida por una traba invisible y levemente comenzó a temblar. Levantó su mirada hacia mí y dijo:- una mujer como tú no debe tener el corazón acartonado-.
-          Pues lo tengo, es más, forma pliegues prensados en tonos negros y grises.-
Bajó la mirada y con su mano ya liberada y controlada escribió:”en la cafetería en una hora”.
   Le vi cruzar con paso lento y casi torpe, se sentó frente a mí, pedimos café y comenzamos a despegar pliegues que escondían amores ocultos y prohibidos.
 Su corazón habitaba en un cuerpo ajeno y equivocado que le había llevado a un tránsito caótico y casi destructivo.
   Nuestro encuentro fue un mero comienzo, nos concentramos en nuestras necesidades y construimos un modo de vida insólito pero satisfactorio para ambos. Aquella fuerza interior que nació del sufrimiento la transformamos  en confianza  y seguridad mutua, quitándonos presión.
   Yo vivo aceptando a la mujer que vive agazapada en él y él vive aceptando que la adoración que le tengo va más allá  de lo meramente terrenal… pero, ¿qué hago yo contando todo este rollo?
      ¡Ah sí!,  es  que una amiga que escribe se ha puesto pesada y  me ha pedido que les cuente mi historia de amor.

Glosagon.

12 junio 2012

Destellos

Mirándome sin mirar me pidió que le construyera el color azul.
   Es complejo explicarle a alguien que vive en un mundo indefinido y cuyos ojos están blindados a la luz como en un eclipse eterno, cómo es un color.
   No puede ver pero puede sentir, oír, oler, saborear e imaginar. Imaginar es la capacidad de ver lo que hay. No creo posible describir un color, pero si, las sensaciones que me hace sentir.
   Depende de a quién se lo preguntes te lo describirá de una forma u otra pero ya que me lo has pedido a mí te ayudaré a construirlo y sobre todo, a sentirlo.
    Azul es la música que escucho al sumergirme en agua fresca y limpia. Es la sensación que acuna el sol y sonríe la alegría. Es el sabor de la cerveza helada que congela mi sed los días de verano sentada en una terracita oliendo el mar mientras mi mente se fuga para cabalgar de manera desbocada sobre el horizonte. Es el reposo que disfruto tumbada en mi sofá con la cabeza ladeada y durmiendo a trompicones. Es la caricia de una mano suave, con arrugas, que me recuerda quién soy. Es el chasquido de un beso sonoro de mi hija. El abrigo de un abrazo. Es ese momento tejido con piel sobre una cama de sábanas vencidas y estrujadas. Es esa bossa-nova melancólica que tarareas sin descanso.
    Es la lectura pausada de un amigo con cara de cartón. Es energía encauzada que me hace aquietar la mente y permite que fluyan los pensamientos. Es inteligencia y es filosofía.
       Es Venus danzando en su órbita  guiñándole un ojo a la Tierra. Es el viernes y los meses de septiembre y diciembre.
   Azul es el color de mi monólogo interior.
   Cuando creas que no hay nada alrededor podrás oír, sentir, oler y disfrutar del color azul en tu mente. Para imaginarlo no tienes que cambiar de vida sino la manera de vivirla.
   ¿Te das cuenta que he rellenado tu curiosidad  por el azul y te he obligado a imaginarlo solo con palabras?
    También ellas son de ese color.

Glosagon.


05 junio 2012

Venganza de seda

   Un tumulto de gente desconocida nos gritaba su apoyo tras la barrera policial. Sus fervientes arengas ponían a caer de un burro a bancos, gobierno y políticos.
   El fatídico día del desahucio había llegado.
   Mis padres agitados e impotentes miraban con ojos aguados aquellas paredes que tanto esfuerzo y trabajo  les había costado comprar. Ahora con solo el esfuerzo de una rúbrica y de cuatro empujones, ¡a la puta calle!
   En protesta, aquella noche acampamos frente al chalé del director de la sucursal bancaria. Era un transformer porque mi padre siempre decía de él que tras los sucesivos impagos  se había transformado de benefactor a villano, que le había arropado entre lana de cordero y ahora se lo merendaba con dientes de lobo. Mientras intentábamos dormir en el minimalista apartamento Decatlón sentimos un pinchazo en el cuello. Mis padres y yo nos incorporamos y nos miramos sorprendidos. Nuestro tamaño menguaba considerable y velozmente, nuestras extremidades pasaron de cuatro a ocho al igual que nuestros ojos y cada uno con su lente, nuestra espalda se convirtió en una cutícula rígida y muy dura.
-¡Joder, que pasada!- grité saliendo al exterior. Entramos a dos patas y salimos a ocho como en los bares.
   -¡Tengo ojos hasta en el cogote!- vociferó mi madre alucinada.
   -¡Ah pero es que antes no los tenías!- dijo mosqueado mi padre mientras se zampaba un grillo que estaba dando la tabarra.
   Aquella mutación arácnida nos permitió tejer nuestra particular venganza.
   Nos adueñamos de la casa del transformer. Mi madre tan laboriosa y clásica como siempre, se encargó de hacerle la vida imposible a la réplica “made in China” de la Barbie instalándose en su vestidor, disfrutaba  día y noche tuneando con hilo de seda sus trapos de marca.
 Mi padre asustaba por su gran tamaño y balanceo agresivo. Caminaba y trepaba por paredes y techos provocando el pánico familiar, yo discreta y tímida me adueñé de su fantástica biblioteca. Solo yo puedo disfrutarla, él ya no se atreve a acercarse después de tener que llamar al servicio toxicológico varias veces por mis picaduras.

Glosagon.