Era un tipo guapo, fuerte y saludable. A sus 34 años estaba en la frontera del ostracismo para aquel trabajo, pero no lo dudó y allí estaba, había pasado la primera criba demostrando que su producto era de calidad.
La duración del puesto oscilaba entre los seis u ocho meses dependiendo de su capacidad y necesidad.
La empresa le pagaría el transporte y le aportaría un lugar de trabajo perfectamente equipado y preparado, con material gráfico y visual para la obtención de unos resultados altamente satisfactorios, así como una asistencia personalizada para todo aquello que se pudiera complicar.
Aquellos 1.200€ que recibiría por su semen pagaría algunas facturas y su altruismo quedó congelado para tiempos mejores.
Glosagon.