-Amigos, estamos hoy aquí reunidos para despedir al “No puedo”.
Mientras estuvo con nosotros nos afectó a todos, a unos más que a otros. Su nombre, desdichadamente, ha sido pronunciado en todos los lugares, desde la escuela hasta el Parlamento.
Hemos buscado para este “No puedo” un último lugar de reposo con una lápida grande y pesada.
Le sobreviven sus parientes “Quiero”, “Puedo” y lo “Haré inmediatamente”. No son tan conocidos como el célebre difunto y aún no tienen la fuerza y el poder que éste tenía pero algún día y con la ayuda de todos dejaran en el mundo una huella mucho más importante.
¡Ojalá que “No puedo” descanse en paz y que en su ausencia todos los presentes rehagan su vida aportando fuerza y eficacia a sus vidas y a la de los demás!
Amén.-
*Extracto del libro Sopa de pollo para el alma.