Era un hombre
mediocre pero valorado y muy apreciado
por los que ostentaban el poder, sabían que podían contar con él y su servilismo rastrero y oportunista a
cambio de pingües migajas.
Ostentaba un alto
cargo designado a dedo y cuyo único mérito relevante era haber sabido reír a
tiempo las gracias del dueño del dedo pero aquel papel se le estaba quedando
algo pequeño y su ego desenfrenado le exigió más, por ello, no tuvo ningún
reparo en hacer públicos una serie de
documentos que abotonaban hasta el
cogote a varios tiburones que nadaban en
aquella fétida pecera. Las aguas comenzaron a estar muy revueltas porque
ninguno sabía hasta dónde llegaría el
largo de sus tentáculos y hasta que punto podía apretar hasta llevarlos a la
muerte por pura asfixia.
Glosagon.
Ufff, espero no encontrarme nunca con uno de estos...
ResponderEliminarUn beso
!Hola,Gloria!
ResponderEliminarHas narrado una actitud que muchos la tienen como su dogma. Los lacayos es una especie que vive del favor de sus amos. Y tristemente, la única manera que entienden para que les den las migajas es la de la sumisión, aunque eso los encadene a la esclavitud moral y emocional. Es un fenómeno que siempre ha estado ahí, desde épocas inmemoriales. Aunque a su manera, no digo que sea correcta ni incorrecta, allá cada cual con su vida y conciencia, sobreviven en un mundo donde es muy difícil seguir adelante por las vicisitudes que te plantea y por los obstáculos que te pone.
Me ha gustado mucho.Muchos besitos.
Si.. Como bien dices, los lacayos, tristemente, la unica manera que entienden esla de la sumision.., pero¿ y que seria de los amos sin sus lacayos sin tan siquiera saber abrocharse un boton?
Eliminarhola si que hay muchos por hay que no se cortan en dictar con el dedo, en ser avaro y codicioso buen tema feliz dia besitosssss
ResponderEliminarahhh se me olvidaba me encantan las hortensia yo las tenia hasta azules me la regaló una amiga inglesa besitosss
ResponderEliminarNo me extrañaría que esos tentáculos alcanzaran al personaje mediocre, aunque valorado y apreciado.
ResponderEliminarDescribiste con mucho ingenio ese grupúscolo de poder que nos azota a todos los de abajo. Me encanto la forma como lo hiciste y las figuras, metáforas, etc.
ResponderEliminarMuchos besos de Anís.
p.d. qué hortensias más bellas. Me fascinan.
Son muchos los que viven a la sombra del dedo que dicta... alguno ha llegado hasta altas inspecciones; hoy son la repera; como dicen alguien muy mayor que conozco, «si quieres ver quién es el maguito, dale un carguito».
ResponderEliminarBesos salados de primavera
Un verdad repetida, presente y patente en miles de edificios públicos, de hecho en algunos hay mas de uno de esos especímenes. A mi me recuerdan el timo de la estampita, las dos partes son culpables. Un abrazo
ResponderEliminaruuuuufffffffffffffffffff!!!! hay razón aquí,abrazos
ResponderEliminarTan ricos cocidos y con papas...
ResponderEliminarLa pleitesía del mediocre. Un especimen que crece y se multiplica como los peces en el río en cualquier estamento de la sociedad. Mucho más patente en política.
ResponderEliminarMe encantó la entrada. Enhorabuena.
Un abrazo y feliz semana
Los lameculos son mediocridades que nunca lucen por sus méritos, por eso tampoco son de fiar.
ResponderEliminarLos ha habido, los hay y los habrá. Son una plaga.
ResponderEliminarMuy buena tu narrativa, bien llevada Gloria.
Besos.
Ya le llegará su San Benito. Ese rejo guisado, o a la planzha con sal, pimentón ummmmm. ¡¡¡Ya nos llegará el tiempo de comérnoslo, con papas y mojo!!!
ResponderEliminarconozco tantos así... pero aunque pensemos que son indestructibles y que su tiempo de gloria nunca acaba... terminan todos muriendo por su propio veneno.
ResponderEliminarmuchas gracias por llegar a mi blog y dejarme tus palabras.
ResponderEliminarMe gusta como escribes y mas si escribes verdades, anda que no conozco yo desgraciadamente a pendejos así.
Me gustaría que nos hiciéramos seguidoras. Si te apetece.
Saludos
Breve y atinado tu escrito, ¡menuda especie!, pero el tiempo los acaba poniendo en su sitio.
ResponderEliminarUn abrazo Gloria
KAFKIANO!!!
ResponderEliminarGloria, me levanto y te aplaudo: has narrado con precisión quirúrjica y además sumo talento una especie muy peligrosa: los genuflexos que se entregan al mejor postor y traicionan a todos.
ResponderEliminarBesos porteños, mi amiga!
¡Hasta donde haga falta! El poder y el ego no tienen límites, y menos en una persona que está cegada por ellos.
ResponderEliminarUn besito
Buen fin de semana.
ResponderEliminarBesitos
Por desgracia abundan estos personajes.La vida acaba poniendo a cada uno en su sitio. te felicito por tu relato.
ResponderEliminarGracias por tu presencia en mi espacio. Me ha gustado pasar por aquí. Un abrazo
.....y luego lo llamaron Luis el Cabrón?...hummm...eso me suena,...y que conste que hay bastantes Luises, eh! apellidados Cabrones!.... con perdón.
ResponderEliminarMuy buen escrito Gloria, muy actual, muy real...
Oye, lo que me ha costado entrar y hacerme seguidor tuyo, por Dios! no había forma. Pero por fin hoy, lo he conseguido.
Besos Gloria!... Bonito y buen blog!
Una narración estupenda que nos recuerda la cantidad de especímenes de este tipo que hay en las esferas donde el dinero parece ser lo más importante.
ResponderEliminarUn placer volver por tu blog Gloria.
Besos y gracias.
Has descrito de una manera muy simple a los trepas genuflexos, esos que son capaces de hundir a cualquiera que se les cruce por el camino si temen por "su puesto", al que creen que les corresponde por arrastrarse frente a otros para hundir a sus semejantes.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias por pasarte por mi blog
El arribista...UN abrazo. Carlos
ResponderEliminar