En los Pirineos, frontera montañosa entre España y Francia, donde su paisaje brinda la naturaleza más intacta y donde cada otoño la berrea de los ciervos inaugura los tiempos de castañas y setas, dormita un pueblo de casas de piedra que tras la Guerra Civil española pocos volvieron a morar en ellas. Solo dos ancianos nonagenarios, José y María conviven junto a cientos de gatos que campan a sus anchas por el lugar regalando una estampa, como poco, original.
Ignoro si José y María, por lo avanzado de su edad, siguen habitando en dicho lugar, y conversando, cada cual en su idioma, con sus vecinos gatunos, lo que sí puedo asegurar es que ese lugar recóndito y especial quedará grabado en mi almohadilla cerebral como una sombra sigilosa, igual que el andar de los gatos.
¡Miaaaaaaauuuuu!
Glosagon.
He andado por esos caminos, el tiempo y la naturaleza han curtido auténticas bellezas, muchas de ellas salidas de la mano de seres humanos... pero como en todo convite, siempre hay un sordo que viene a jo... el concierto, también podemos encontrar otras construcciones, por llamarlas de alguna manera, que alguien hizo para librar a no sé quién de no sé cuantos, ¿y a él quién le pidió tal hazaña?, la pena es que la única que nos libró de él fue la parca... pero eso es mierda vieja, el lugar, aún así, siguie siendo una maravilla.
ResponderEliminar"Os gatos são amigos tão agradáveis: não fazem perguntas, não criticam."
ResponderEliminarAbraço.
Estando como está este mundo, no son pocas las veces que mi mente desearía vivir tan bellos tiempos, duros pero a buen seguro que mejores.
ResponderEliminarMe gustó, ¿Dónde está tan ansiado lugar?
Saludo
Parece un sitio precioso para perderse...es una zona que no conozco muy bien...solo por la parte de Navarra...
ResponderEliminar¿donde está ese sitio tan bonito?...
un abrazo
Exactamente no se decirte porque fue una de esas excursiones que uno comienza en una dirección y luego termina en otra, llevada por lo bello del paisaje.
EliminarLo que si puedo decirte es que fue por el Pirineo catalán y llegamos al pueblo de casualidad.
Si sigues escribiendo asi, cruzaré el Atlántico e iré en busca de ese lugar. Un sitio mágico!
ResponderEliminarBravo, mi amiga!!!
besos porteños para tí! :)
Cuando se hayan ido todos, solo quedarán los gatos...Hermosa historia la de María y José, he leído otras historias de esos personajes en la Biblia pero no son tan reales como la tuya.
ResponderEliminarbsssoss
Estoy a miles y miles de kilometros,abrazo y gracias por compartir
ResponderEliminarlinda foto. el punto es que nunca puedo comentarte porque me devuelve los mensajes el muy malo de tu blog.
ResponderEliminarNo se que es lo que puede pasar porque nadie antes se había quejado de ello.
EliminarA veces a mi me cuesta que entre el comentario en algún blog y me pasa sobre todo con los del otro lado del Atlántico, cosas de la tecnología, supongo.
Besos y gracias.
Gran estampa y perfectamente traída
ResponderEliminarme encantan los gatos
sobe todo las mininas
lindo post
Hay lugares que atrapan y reposan en nuestra memoria aunque pasen muchos años. Tu entrada y la foto me han traído recuerdos muy bonitos.
ResponderEliminarGracias, Gloria.
Un beso!!!
He releído dos veces el texto y las dos veces me he quedado así, como suspendida en un suspiro hondo por lo bucólico de la imagen y la calidez del relato.
ResponderEliminar¿Qué será de José y María?, fíjate..ahora me puede la intriga..
:)
un besito
José y María, grandes amantes. Incluso de los perros.
ResponderEliminarHa de ser un paraje muy particular, y no sólo por las características que mencionas, sino precisamente, por ellas.
ResponderEliminarSaludos
J.
Calida entrada, me has llevado a ese lugar desde mi Buenos Aires. abrazo
ResponderEliminarQue belleza de foto e inquietante relato! Eso del pueblo de los gatos me recordo el ultimo libro de Murakami, hace referencia a un pueblo de gatos que me dejo perturbada, un lugar de donde no se puede salir.
ResponderEliminarComo siempre un placer leerte.
Besote
Me quedé atrapada en el relato y la bella fotografía.
ResponderEliminarBesitos.
Me gusta tu homenaje personal a esta zona de incuestionable belleza, Gloria.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé exactamente a que zona te refieres, pero yo conocí la felicidad en el Ampordá, entre Francia y España, y precisamente con gatos en la familia. Me has llevado a aquel entonces, te lo agradezco.
ResponderEliminarSalud.
Gloria:
ResponderEliminarLos pueblitos perdidos en la montaña tienen ese aire único de inmensidad y cobijo. En ellos, el horizonte se nos vino encima; nuestros ojos no se acostumbran con facilidad a la paredes de las montañas, que nos impiden ver a lo lejos.
Por ello, vida suele ser sencilla, las cosas pareciera que están a la mano, aunque debamos efectuar un gran esfuerzo por alcanzarlas.
que esos dos ancianos habiten una casa en esos parajes se hace a un especial cuento de hadas, donde los gatos velan por ellos. No es difícil entender el por qué esa visión se ha quedado grabada en tu mente.
Tu sencilla entrada evoca eternidades.
El gato de la ilustración me trajo el recuerdo de Moñi, nuestro querido gato barcino gris, en aquellos años en que vivimos en Deán Funes, Córdoba.
Un gran abrazo.
HOla gracias por visitar mi blog, el tuyo es muy interesante. Sinceramente me gusta. De Tenerife es un amigo que conoci, por blog, y luego por actos de Asociación Tibet Galicia. Y que ahora vive aqui. Que curioso. Bueno vendre a visitarte, porque me gusta tu blog, pero sois tantos que no da el tiempo pra mas.
ResponderEliminarUn abrazo.......
Una noticia que no conocía, un pueblo para los gatos no está mal, lo que no sé es de que se alimentan si no hay nadie, imagino que se habrán hecho vegetarianos. El gato de la foto es precioso.
ResponderEliminarUn beso.
un lugar que visitar, sin duda
ResponderEliminar;)
Huuuummmm, sí, sí, muy majos los animalitos, pero yo les tengo un poco de manía desde que un gato, precisamente pirenaico, se me echó encima (no sé cómo demonios saltó desde el suelo hasta mi hombro), y no me hizo nada porque se resbaló con el anorak y se fue otra vez al suelo. Menudo susto, con lo impresionable que soy, jajaja.
ResponderEliminarEspero poder visitarte con más frecuencia en breve. Un beso.
Un bonito texto Gloria, pero que a mi me da cierta nostalgia por esos pueblos que se van quedando abandonando, sobre todo en invierno. Realmente es algo triste esa imagen de dos abuelitos muy mayores redeados unicamente de gatos y montañas.
ResponderEliminarGracias por tu visita, me gusta lo que leo aquí.
Un abrazo
Hola Gloria, vengo desde mi orilla para saludarte y agradecerte tu comentario. Por falta de tiempo me veo obligado a no visitar con tanta asiduidad los blogs de mis visitantes. Espero que lo sepáis entender. Eso no quiere decir que, en ocasiones , lo pueda hacer.
ResponderEliminarEste micro tuyo es un homenaje a un pueblo tranquilo, solitario y bello del Pirineo catalán. Es un paraíso, por lo que cuentas, para los gatos y para todo el que pasa por él. Un bonito sitio para perderse y olvidar lo cotidiano.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Tu blog me gusta, tu forma de escribir tan poética le da un personalidad de la que debes de tener, seguro que los gatitos llenan la felicidad de la pareja del pirineo.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por pasar
No sé que pensar, como tus personajes suelen ser ficticios según creo recordar en alguna aclaración tuya, .Es muy probable que mi gato se ilusione ¡..y luego qué? seguro que el hermoso lugar le gustaría a mi gato,; pero habrás notado que es un poco especial , ahora ya sé porqué estaba al acecho.
ResponderEliminarPodemos quedar en los Pirineos; pero me tienes que garantizar que llevarás tu felino.
Me gusta tu casa.
Besos.
Ha echado a andar mi imaginación y quiero fotos de esos hogares de piedra, cuánta basura acumulamos en las urbes. ¡Qué hombres raros hemos criado en estos últimos setenta años! Me confunde el amontonomaniento de la urbe. María y José nonagenarios en un paraíso castigado por una guerra.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com.ar
Amiga Gloria, es un relato excelente. ¡Cuanta dulzura! Quienes son amigos de animales son mas humanos y... ¡los gatos lo saben! Saben que José y María han pasado y pasarán con ellos todo su tiempo.
ResponderEliminarExcelente.
Un abrazo, Gloria.
Aun recuerdo cuando encarné en gato, en la calle cazaba palomas y éstas, ansiosas, morían de la risa.
ResponderEliminarBs.
Qué sitio mas bonito describes, y que casa mas bonita tiene que ser esa.
ResponderEliminarCreo que no me importaría visitarla y conocer a los nonagenarios esos de los que hablas y que hablan con tantos gatos.
Voy a leer otra vez la entrada y me voy a recrear en la foto, es muy bonita, me gustan mucho las casas antiguas y bien cuidadas, creo que tienen un encanto especial y mucha historia.
besos, bonito blog.
Gloria, la verdad es que no conzco Tenerife, pero tiene que ser encantador.
ResponderEliminarbesos.
Ya iré hojeando tu blog.
Vaya, un pueblo de gatos, me imagino aquella casa que describes con felinos postrados en sus esquinas.
ResponderEliminarGofio:
ResponderEliminarBonito lugar.
Salu2 gatunos.
Espero que sigan ahi en ese pueblo con tanto encanto. Los gatos quedarían muy solos sin ellos.
ResponderEliminarMe gustó el aire enigmático de la entrada. Y con tu permiso me quedo.
La lámpara reciclada me ha cautivado.
Besos mediterráneos.
Me encantan los gofios, soy muy golosa...En cuanto al relato, me he encantado, he creído estar allí, con la pareja de viejecitos, y hablando en el idioma de los gatos.Muy lindo gracias.Yo también me quedo, y de paso te invito al bloc de mi autoría, sin obligación por supuesto.
ResponderEliminarhttp://rodaryvolar-carmen.blogspot.com/, gracias guapa.
HAY UNA PELICULA QUE SE LLAMA "HARU EN EL REINO DE LOS GATOS" ESTÀ BONITA LA PELICULA TE LA RECOMIENDO
ResponderEliminarsaluditos y te espero por mi blog que me lo tienes muy abandonado amiga.
Saludos desde un moribundo lugar de México
La vida es un gran circo, pero sin espectadores
Estos pueblos de los pirineos encierran un encanto especial. El que estén tan escasamente poblados o deshabitados los hace mucho más bellos. Los gatos desde luego y los viejecitos vivirán a sus anchas.
ResponderEliminarUn abrazo.