Comenzó a
cantar bajito y templé mis oídos, paladeé el caramelo de su voz, me dejé remolcar
por el murmullo de su respiración y sin movernos del lugar comenzó el viaje de
sus dedos en el cuerpo de mi desafinada guitarra.
Glosagon.
09 septiembre 2014
COMENZAMOS...
Cuando le vio
parado en medio de la puerta con todos aquellos músculos de sobra se le iluminó
la cara como una luciérnaga en celo.
Al día siguiente todos los medios de
comunicación se hicieron eco del apagón general que había sufrido la ciudad.