Desmadejado desde aquella silla renqueante, atado de pies y manos, ellos
me sonrieron de una manera siniestra, se
miraron el uno al otro y vi como decidieron no presionarme más por el momento. Pero
como la incertidumbre es atrevida pregunté dónde estaba mi hermano
desaparecido…
Ahora aparece mi foto junto a muchas más de los seres humanos tragados
por la vorágine incompetente y
oscurantista de un gobierno anestesiado que solo parece desperezar cuando se
abre una fosa y cientos de cadáveres reivindican su identidad.
Glosagon.