En cuanto le vi en aquel apartado rincón solitario y
expectante supe que sería mío. Al lograrlo, no pude evitar que mis manos le
acariciaran de principio a fin mientras me contaba su historia, mis ojos no se
permitían dejar de mirarle, le recorrí entero disfrutando de sus espacios en
blanco y sin poder remediarlo…perdí la razón.
Tomados de la mano gravitamos
hacia otra dimensión donde lo real e irreal se fusionan creando una explosión de sensaciones
temerarias y le demostré mi pasión con
un movimiento acrobático de manos.
Le acaricié de
nuevo y sutilmente lo aparté.
Reposando en mi mesilla se acomodó hasta
mañana.
Glosagon.