En un micro el lector te concede un minuto. Tienes que engancharlo desde el segundo uno, si no, corres el riesgo de ser un “no leído”.
Embutida en su minúsculo traje de lentejuelas rojas sin brillo y decorado con un manchón de semen aún tibio, hace funambulismo sobre 12 cm de tacón. Mira de soslayo una raya sobre la mesa que transporta a otra realidad, pero ella es puta no yonqui. Coge los billetes manoseados y sale de allí zumbando silenciosamente. Coge un taxi y le pide rapidez, por suerte su último cliente también lo fue. Su hijo la espera en la guardería. Cierra los ojos e invoca su sonrisa. Debe encontrar otra manera de subsistir, pero la otra puta, la crisis, no le está dando demasiadas opciones.
Si has llegado hasta aquí, es que lo he conseguido. Gracias.
Glosagon.