Algunas se ocultan tímidas y humildes sin querer acaparar atención, otras en cambio, se exhiben sin pudor y con colosal esplendor, queriendo ser el epicentro del lugar.
Muchas nacen libres y soberanas, otras viven con un destino fundado. Se obsequian para dar la bienvenida cuando nacemos y también nos despiden de la vida con su eterna fragancia.
Miles de siluetas son un regalo visual y un despertar de nuestro aletargado olfato. Sus colores, dicen, atesoran significados heterogéneos. La esencia es disfrutarlas porque son simbología de momentos irremplazables.
Cuando parece que ya nada puede manifestarse entre tanta materia destartalada, ellas afloran igual que llantos de vida.
La mayoria de veces pasan desapercibidas, sobre todo aquellas que no nos cuestan dinero y precisamente las más bellas, soberanas como las llamas.
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